Taxonomía verde: las claves de la propuesta de Bruselas

Taxonomía verde: las claves de la propuesta de Bruselas

El cultismo “taxonomía” está compuesto por dos lexemas griegos, ταξις (“ordenamiento”) y νομος, (“norma” o “regla”). Es, por ende, un método de clasificación científica.

Con la redacción de su propuesta para la taxonomía verde, la Comisión Europea busca ofrecer a las empresas e inversores una definición clara de lo que es y no es sostenible.

El sistema de clasificación de las actividades económicas y, en particular, de las tecnologías de generación energética debería contribuir a que toda la economía de la UE virase hacia modelos más “verdes”.

Para que este loable proyecto de Bruselas tenga éxito, se necesitan enormes inversiones, financiadas en parte por el sector privado. En este contexto surgen preguntas como las siguientes: ¿qué tecnologías puede vender el sector financiero a los inversores como “verdes” y, por tanto, sostenibles? ¿De qué forma se pretende abordar este futuro energético verde? Y: ¿cómo mantener a raya los intereses de diversos grupos de presión del sector para atenerse únicamente a la evidencia científica?

El borrador presentado por el Ejecutivo comunitario a finales de diciembre del año pasado ha levantado ampollas entre eurodiputados y no pocos Gobiernos de la UE, ya que las respuestas a estas preguntas parecen ser contradictorias o poco comprometidas con los fines del conjunto de normas de la inversión “verde”.

Según la propuesta de la Comisión, la energía nuclear y el gas natural podrían clasificarse como energías sostenibles hasta cierto punto. Ahora bien: si el objetivo real de la taxonomía verde era promover las tecnologías que contribuyen sustancialmente a la protección del clima, ¿no es un paso atrás considerar “verdes” la energía nuclear y el gas natural? ¿Un paso que transmite el mensaje erróneo en relación con la transición ecológica?

La Comisión defiende que la actual combinación energética en Europa varía considerablemente entre los distintos Estados miembros, y que la actual propuesta de taxonomía prevé actividades energéticas que permitirían a los 27 avanzar hacia la neutralidad climática a partir de estas situaciones divergentes.

De momento, el borrador queda sujeto al debate y su aprobación final en el Consejo de la UE y el Parlamento. Cabe esperar que los patrones de inversión en energías verdes no cambien en detrimento de la protección del clima y del medio ambiente.

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